La Pasión del Señor nos dice cuan grande es su amor y nos enseña a amarle.

Venerable Doroteo Hernández Vera.

Santos Ejercicios, 6 de septiembre de 1950 


La Pasión del Señor es una escuela de amor. Suprimid la palabra amor, amor de Cristo a su Eterno Padre, amor de Cristo a nosotros y la Pasión es una perfecta locura. Pero si ponemos esa palabra, AMOR, la Pasión del Señor es algo sublime, algo inenarrable, algo que no tiene nombre: ES UNA LOCURA DE AMOR. 

En orden a su Eterno Padre esta es la quinta esencia de la Pasión: roto el equilibrio entre Dios y el hombre, el Verbo se presta a reparar, a encarnar y se encarna y está dispuesto a morir porque al morir da muerte a la muerte y nos salva. La Pasión del Señor nos está diciendo en cada uno de sus pasos: Así amo al Padre. Así te amo a Ti. 

Y en el Huerto nos está predicando esto: Porque amo la gloria de mi Eterno Padre y te amo a Ti, te quise salvar y Te tengo compasión…

Y si sufre el sarcasmo del bofetón en Casa de Anás y Caifás, la contestación seria ésta: Lo he sufrido, y no he hecho el milagro de que se le secara la mano como una pavesa, porque amo a mi Padre, porque te amo a Ti…Y si he sufrido que un pagano me examiné, él en el trono y yo como un acusado es el banquillo, es porque amaba a mi Padre y te amaba a Ti.

Y si me he dejado desnudar en el Pretorio y abrir mis carnes y correr mi sangre hasta la tierra esto delante de unos viles, lujuriosos, gente de la peor ralea, es porque amaba a mi Padre, porque te amaba a Ti…

Y si he permitido que me hicieran visajes y que me pusieran una corona de espinas y un manto de púrpura y doblarán la rodilla, yo que era Rey de la Gloria, lo permití porque amaba a mi Padre, porque te amaba a Ti…

Y si he hecho pospuesto a un malhechor y criminal y que le declararon inocente al mismo tiempo que me condenaban culpable, es porque amaba a mi Padre, porque te amaba a Ti…

Y si he cargado con la cruz y los que la imponían no han caído heridos por el rayo… es porque amaba a mi Padre, porque amaba a Ti… y si he llegado al Calvario y permití que me despojarán de mis ropas y padeciera mi pudor y ser cosido con los clavos a la cruz y padecer tres horas de dolores inauditos es… porque amaba a mi Padre…porque te amaba a Ti…. y si incliné mi cabeza a la muerte fue PORQUE AMABA A MI PADRE PORQUE TE AMABA A TI….

Sólo el amor que tenía al Padre y el que nos tenía a nosotros explica la divina locura de la Pasión. Y si es eso la Pasión, locura mía sería no amar a mi Eterno Padre y no amar a mi Dios crucificado por mí. Si “amor con amor se paga” ¿cómo no amar a un Dios que se sacrifica, que entrega su alma por mí? Señor, se de ti dijo Apóstol: “Me amó y se entregó a la muerte por mi…”

Yo te amo y porque te amo me entrego a Ti con lo que soy con lo que valgo; todo lo que tengo, con cuanto en mí vale algo. Recibid mi voluntad, mi memoria, y mi imaginación, mi entendimiento: como no tengo otra cosa, esto os doy Señor. Vos me amasteis en la Cruz yo también os quiero amar y devolveros amor por amor”.

 

La Pasión es una escuela de amor al Eterno Padre cuya gloria debemos buscar, cuyo honor debemos conquistar, y a Cristo que se entregó por nosotros. “Por ti” esto es lo que me dice el crucifijo. Por ti, por la gloria de mi Padre….Por mi Padre, bien está, pero ¿por ti? ¿Qué derecho tenías para que padeciera por ti…?

 

ESCUELA DE AMOR… ¡Qué poco amamos a Cristo, qué poco correspondemos al amor que nos tiene, qué poco ponderamos el valor de su pasión… Ya le amaríamos más si ponderáramos el valor de la Redención. ¿Qué sería de nosotros si Cristo no hubiera padecido por nosotros? Seríamos paganos, presos del infierno. 

Esto mismo nos debe de llevar al segundo punto: a apreciar el valor de nuestra eterna salvación y de la salvación de las almas… ¡Cuánto valen las almas, ¡cuánto vale nuestra alma, ¡cuánto vale la eterna salvación…!

Queremos comprar una cosa, vamos al comercio y preguntamos por el precio automáticamente. Si vale poco la estimamos poco. Hace falta que una cosa valga mucho para que la estimemos. Si queremos saben lo que vale nuestra alma y lo que valen las almas…si queremos tener una escuela de apostolado insaciable, inagotable, miremos al crucifijo. La tenemos al pie del crucifijo que nos enseña el servicio, el amor de Jesucristo… Ahí está el título: “Salvatore mundi” porque sabemos que Jesucristo después de amar a su Eterno Padre vino a esto al mundo: vino para salvar al mundo y dio su vida y su sangre y su alma… ¡Cuánto debe de valer la salvación del mundo y nuestra personal santificación! [...]

 

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