Dice el P. Naval que: “La cruz no se ama por si misma, sino por la conexión con Jesucristo.”
Si no sirve la cruz para identificarse con él, para amarle más y más, siquiera para merecer, la cruz sería inútil, y aun perjudicial para tal alma, pues como advierte Hugo de S. Víctor: “hay 3 suertes de cruces: la primera la del ladrón impenitente; la segunda la del ladrón suplicante; la tercera la de Jesucristo. En la primera no más que pena; en la segunda, pena y perdón; en la tercera gloria”.
La de Gestas es desesperación, la de dimas perdón y penitencia: la de Cristo, redención.
Estamos a 15 de agosto de 1940.
Nacida la Obra a oscuras el 8 de diciembre de 1937, llevaba de existencia real dos años, ocho meses y siete días.
Ya tenía existencia canónica. Había que celebrarlo.
El Fundador dijo que pasó un rato malísimo:
“Es día de cantar el Te Deum, y yo no me veo con ánimo más que para rezar el Miserere”.
Le dijeron: “Ahora a ir preparando las Constituciones”. Pero él no había pensado en cosa más grande que la conseguida.
Este día, se estrenó nuestro Himno que, según sus palabras, se había atrevido a componer, que nada valía musicalmente, pero era un buen deseo.
Allí estaba Ascensión, que desde el final de la guerra había vivido en Villacañas y Mora de Toledo.
Imposible que pudieran imaginarse los planes que Dios tenía para ellos…
"Durante la audiencia concedida esta mañana (20 de junio de 2024) al cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Sumo Pontífice autorizó al mismo Dicasterio a promulgar el decreto relativo a las virtudes heroicas de la sierva de Dios Ascensión Sacramento Sánchez Sánchez, del instituto secular Cruzada Evangélica; nacido el 15 de junio de 1911 en Sonseca (España) y fallecido en Madrid (España) el 18 de agosto de 1946."
“Os halláis en una misteriosa confluencia entre dos poderosas corrientes de la vida cristiana, recogiendo riquezas de una y de otra. Sois laicos, consagrados como tales por los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, pero habéis escogido el acentuar vuestra consagración a Dios con la profesión de los consejos evangélicos aceptados como obligaciones con un vínculo estable y reconocido. Permanecéis laicos, empeñados en el área de los valores seculares propios y peculiares del laicado (Lumen gentium 31), pero la vuestra es una «secularidad consagrada».”
Pablo VI. Discurso a los Responsables Generales de los Institutos Seculares, 20 de septiembre de 1972
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