Santander. 11 de enero de 1938.
En torno a las doce del medio día, D. Doroteo le dijo al Obispo, Monseñor Eguino y Trecu: “Hay algunas personas que desean trabajar ayudando a los que están en las cárceles, hospitales… ¿Qué hago? ¿Aliento la idea o la ahogo?”
La respuesta fue: “Es providencial. Precisamente estaba preocupado con este asunto. Dígales que su vocación es vocación de sacrificio. Que bendigo sus planes y los apruebo. Que vivan, y después ya les daremos Reglamento.”
Esta esa una de las características que nos guían para descubrir a los verdaderos Fundadores, que dudan de si mismos.
Esta fue nuestra primera “aprobación”.
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