Nació un niño casi sin vida...

            En Castilla, atravesando “un mar de pinos”, carretera de Almazán a Matamala, nos sale al paso el indicador señalando un camino y un nombre conocido: ¡Matute! Es Matute de Almazán en la provincia de Soria.

            El paisaje es encantador. A lo lejos contemplamos el pequeño pueblecito: “¿Verdad que parece de juguete?” Así lo denominó un hijo suyo: D. Doroteo. Pero... abramos bien los ojos, porque al fin y al cabo, la “Cruzada Evangélica” comienza aquí y este lugar es la primera página de nuestra historia. Aquí nació un 28 de marzo, año 1901, un niño, Doroteo Hernández Vera, que andando el tiempo sería el Padre fundador de nuestro Instituto.

            La fecha es bonita. Otro 28 de este mismo mes año 1515, había Dios regalado a España y al mundo, aquella niña que con el tiempo fue Sta. Teresa de Jesús.

            No sabemos si esta coincidencia de fecha natalicia hizo que el Padre tuviera siempre gran simpatía y admiración por la santa, que si fundó monjas bien cerradas, ella fue misionera y andariega de todos los caminos de España.

             En Matute, muy cerca de la Iglesia y del Ayuntamiento, una casa: la casa natal del Padre Fundador.

            Os gustará saber que el niño Doroteo quiso entrar en el mundo tan desapercibido, que nació medio muerto. Gracias a los buenos oficios de una vecina entendida –la tía Paca– se recuperó. Sin duda por lo mucho que tenía que hacer aquí. Fue bautizado al día siguiente, 29 de marzo, y recibió la confirmación, en Almazán, un mes después, por el Sr. Obispo, Fray Toribio de Minguella, OSA.

            Sus padres se llamaron: Santiago Hernández y Juana Vera. El primero, era natural del pueblo más cercano: Matamala de Almazán. Aun podemos ver en esta localidad, la casa del abuelo Juan, el que fue juez municipal. La madre nació en Baniel, pueblecito no lejano de Matute. Viudos ambos, llevaron a su segundo matrimonio una niña y un niño. Nacieron más tarde, Doroteo, María y Filomena. Los dos hijos anteriores murieron pronto.

                Vamos a dejar que el Padre, en una de esas intimidades propias de los días grandes, nos cuente algo de su ambiente familiar:

            “La alcurnia que os dejo, es la de ser hijos de un padre cristiano y de una madre piadosa. Ambos me forzaron a ser bueno con entereza de carácter, debiendo al padre gran parte de lo físico: la voz, temperamento, etc., y a la madre, todo lo psíquico, y, sobre todo, la resolución para superar las situaciones difíciles y la confianza en Dios.”

            El señor Santiago es guarda de monte. La señora Juanilla perteneció a una muy buena familia; pero al quedar huérfana, y despojada de sus bienes por un pariente desaprensivo, fue acogida por los Sres. Martínez de Azagra. Ahora, ejerce las labores propias de una madre en un hogar con escasos recursos.

            Don Doroteo guardó siempre para su madre una gran admiración que dejó reflejada en la semblanza que hizo en 1972 para la Guardería Infantil laboral de Coslada, que lleva el nombre de “Mamá Juanita”

“Casa limpia en que albergar,

pan tierno para comer,

un libro para leer

y un Cristo para rezar...”

            Este es el ambiente sólidamente cristiano en que se deslizan los primeros años de la vida del Padre.

             Y allá abajo, el recuerdo del heroísmo de Numancia, que los niños aprenden en cuanto tienen edad para ello, y que se graba a fuego en el espíritu despierto y profundo del pequeño Doroteo.

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